jueves, 11 de junio de 2009

RAFAEL FLORES NIETO, cantaor gitano y guitarrista, más conocido en el mundo artístico con el nombre del EL PIYAYO, nació en Málaga, en el año de1864 y murió en Málaga en 1940. En su juventud estuvo en Cuba, al parecer durante la guerra, y posiblemente en prisión, según se desprende de las letras de algunos de sus cantes. Alternó su dedicación al flamenco con la venta ambulante de diversas mercancías.

  

 

Su nombre se hizo célebre a través del poema que le dedicó José Carlos de Luna, repetidamente publicado y declamado por numerosos rapsodas. Su biógrafo Eusebio Rioja, nos ofrece de él la siguiente semblanza: «Su aportación al patrimonio del flamenco fue tan acertada que nada más que por una creación se le recuerda a menudo por los aficionados. Se trata de unos tangos que se conocen con su nombre o con el de cantes de El Piyayo, por sus peculiaridades, que hacen a muchos desligarlos del género para otorgarle denominación propia. Se aparta de las características de tangos para, sobre su base, apuntar ecos de guajiras, rumores caribeños y lograr, en definitiva, un estilo genuino, agradable y pegadizo. Y tanto o más que la melodía, lo son sus letras. Por su temática, con frecuencia las hay de motivos jocosos y divertidos, con alusión a situaciones carcelarias, de extrema pobreza, absurdas y ridículas. También las hay con lírica jaculatoria del terruño, las que aluden a las posesiones cubanas y al mundo de la picaresca que pululaba por el puerto y que debió frecuentar Rafael. En ellas se aprecia una fina capacidad de captación de ideas y situaciones, síntesis exquisita para encerrarlas en sus estrofas y un sentido poético de calidad. Pero como techo de originalidad, figuran sus composiciones en décimas.* Es la única vez en todo el género flamenco que se utiliza esta métrica nada popular, distinta por completo a las habituales y que no sabemos de dónde las sacaría El Piyayo.

No obstante, aun a pesar de su feliz obra, no habría trepado a la cima de la fama, de no haber sido objeto del poema que con su nombre compuso José Carlos de Luna. Otra creación con estrella. Lo malo es que El Piyayo no salió muy bien parado de él. José Carlos de Luna se permitió una serie de licencias poéticas tan amplias, que en realidad inventó un Piyayo que muy poco tenía que ver con Rafael Flores. Así por ejemplo, sí era reseco y renegro pero no chicuelo, disfrutaba de una talla más que mediana. Parece ser que jamás vivió en el Altozano ni que tuviera bajo su custodia a ningún nietecillo. También creemos falsa la imagen de borrachín con que nos lo pinta. Y sobre todo, ni era tomado tan a chufla por la gente, ni su arte era tan extraño, ni pedía limosna por tangos. Muy mal le cayó a Rafael
esto último. Dicen que lo primero que objetó es que el no pedía limosnas. Hacía pagar su arte, simplemente.

*La décima o espinela, es verso de arte menor ,octosílabos, rimados en consonante y cuya creación se debe al insigne poeta rondeño Vicente Espinel.Su elaboración es bastante difícil, ya que su métrica es diez versos con la siguiente estructura de rima: abba accd dc


 

 

 ¿Tu conoces al "Piyayo"
un viejecillo renegro, reseco y chicuelo;
la mirada de gallo
pendenciero
y hocico de raposo
tiñoso...
que pide limosna por "tangos"
y maldice cantando "fandangos"
gangosos?

¡A chufla lo toma la gente
y a mi me da pena
y me causa un respeto imponente!

Ata a su cuerpo una guitarra,
Que chilla como una corneja
Y zumba como una chicharra
Y tiene arrumacos de vieja
Pelleja.
Yo le he visto cantando,
Babeando
De rabia y de vino,
Bailando
Con saltos felinos
Tocando a zarpazos,.
Los acordes de un viejo"tangazo"
Y, a sus contorsiones de ardilla,
Hace son con la sucia calderilla.

¡ a chufla lo toma la gente
y a mi me da pena
y me causa un respeto imponente!

Es su extraño arte
su cepo y su cruz,
su vida y su luz,
su tabaco y su aguardientillo...
y su pan y el de sus nietecillos:
"churumbeles" con greñas de alambre
y panzas de sapos.
Que aullan de hambre
Tiritando bajo los harapos;
Sin madre que lave su roña;
Sin padre que "afane"
Porque pena una muerte en santoña;
Sin mas sombra que la del abuelo...
¡poca sombra, porque es tan chicuelo;
en el altozano
tiene un cuchitril
¡a las vigas alcanza la mano;
y por lumbre y por luz, un candil.
Vacia sus alforjas
Que son sus bolsillos,
Bostezando los siete chiquillos,
Se agrupan riendo.
Y entre carantoñas les va repartiendo
Pan y pescao frito,
Con la parsimonia de un antiguo rito:
¡chavales!
¡pan de flor de harina!
Mascarlo despasio.
Mejo pan no se come en palasio.
Y este pescaito, ¡no es na?
¡sacao uno a uno del fondo del má!
¡gloria pura él!
Las espinas se comen tamié,
Que to es alimento...

Asi....despasito.
¡no llores, Manuela!
Tu no pués, porque no tiés muelas.
¡es tan chiquitita
mi niña bonita!..
así, despasito.
Muy remascaito,
Migaja a migaja, que dure,
Le van dando fin
A los cinco reales que costo el festín.
Luego entre guiñapos durmiendo,
Por matar el frío, muy apiñaditos.
La Virgen María contempla al "Piyayo"
Riendo
Y hay un Angel rubio que besa la frente
De cada gitano chiquito.

¡A chufla lo toma la gente!...
¡y a mi me da pena
y me causa un respeto imponente!


JOSE CARLOS DE LUNA (1890-1965)

 


 


 


 


 

  

  

 

1 comentario:

Olivier Franconetti Benamor dijo...

Vale!...El Piyayo...e las malagueñas!...Silvério lo ha conocido en Cuba!...Café de Chinitas!...e Altolaguirre!...viva Malaga!

gracias!